NO NOS PLAGIES

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jueves, 1 de julio de 2010

EN COMPAÑÍA DE LA PANTERA ROSA





A esas horas las personas que viajan en el cercanías llevan sus rostros recién arrancados de la cama, un boceto de lo que serán sus máscaras funerarias; semblantes áridos, asqueados, asfixiados a causa de un tedio antiguo y tenebroso, gente extraña que le resulta a Miguel más desconocida a esas horas, más ajena, individuos inquietantemente silenciosos. ¿Qué le vincula con el rostro de bronce, inescrutable y andino del inmigrante que tiene sentado enfrente? Nada, tampoco con la mujer enjuta de las ojeras poderosas, ni con el trabajador del macuto y el pelo cano; ese que tanto se parece a Pedro, su compañero de trabajo, incluso en su colorada nariz de borrachín, tanto, que al entrar en el vagón, creyó que era él. El convoy traquetea espasmódicamente, se desliza por aburridos tramos subterráneos y la ausencia de voces se hace más aguda. Hay un ambiente de funeral que los funerales quisieran, pasan los minutos y finalmente emergen por la bocana del último túnel. Aún es de noche y las luces de la autopista mitigan la oscuridad como una cicatriz luminosa, una mezquina vía láctea de faros empeñados en amarillear las tinieblas. En la distancia, tras la espalda de un monte, se insinúa la mañana con timidez virginal. A Miguel, que se ha pasado los últimos quince años trabajado en el turno de tarde, le hace sentir miserable levantarse a esas horas, hay algo antinatural, aberrante incluso, en despertarse cuando aún es de noche. Y ni siquiera se despertó para ir a trabajar como esas personas que le rodean, el cargante viaje en tren es para ir a ver al dueño de la empresa, plantarse frente a su domicilio y … Menos mal que ya clarea.

Miguel despliega su diario. Casi ha tenido que asaltar al quiosquero para que le vendiera el ejemplar, ni siquiera había roto el fleje que ceñía los paquetes de prensa. Los dos periodistas le aseguraron que esa mañana publicarían la noticia en las páginas de la sección regional. Las vuelve a leer por si se le ha pasado algo por alto, tiene tiempo, le quedan tres cuartos de hora de viaje hasta llegar al apeadero de la localidad en donde el empresario tiene su chalet. En el cuadernillo central dedicado a la actualidad regional no aparece ninguna noticia referida al cierre patronal de la empresa en la que trabaja Miguel, ni a las acciones de protesta que lleva a cabo la plantilla. NOTICIAS REGIONALES: Politiqueo provinciano. Sucesos. Plaga de palomas defecadoras en el centro de la capital. Exposición de un insigne pintor guiri en la galería de Bellas Artes, artista que “explora la inquietante angustia del hombre contemporáneo” a través de manchurrones, tal y como puede apreciarse en la fotografía de uno de sus lienzos. Miguel está furioso, él personalmente habló con los periodistas, confiaba en la palabra de aquellos dos chavales. Se supone que la prensa y el resto de los medios de comunicación reflejan lo que ocurre en la sociedad ¿Un cierre patronal ilegal no interesa? ¿Veintiséis familias arrojadas al paro no son noticia? ¿Qué tienen que hacer para que les hagan caso, poner una bomba?

Miguel alza la cabeza, sus congéneres parecen revivir con la luz del día que se va filtrando a través de las espesas ventanillas bañadas de polvo. El tren se detiene y se les une el inevitable jovenzuelo con los cascos puestos y su más inevitable desconsideración hacia el resto del pasaje al que obliga a escuchar su sincopado y odioso chumba-chumba que supura desde los auriculares. La tamizada y ambigua luz de la mañana compone un halo de matices fantasmales en el interior del vagón. Miguel se sumerge nuevamente en el diario. ¿Qué trae hoy la prensa? DEPORTES: Fichaje multimillonario de un futbolista. Miguel siente asco, indignación, rabia, esos tíos ganan los millones a patadas. Antes de quedarse sin empleo estaba orgulloso que su equipo del alma fuera el que más tirara de talonario, el que fichara a las más rutilantes estrellas, pero ahora no, ahora advierte una dimensión obscena en todo ese mercadeo. INTERNACIONAL: Un presidente latinoamericano ha decretado por sorpresa la nacionalización de los hidrocarburos de su país. Las empresas españolas con intereses en la zona están que trinan. El presidente está loco, es un bocazas, un dictador, es populista y es lo peor de lo peor, el anticristo, vamos. Además: masacre en Chechenia, guerras, crisis y calamidades varias. ARTÍCULO DE OPINIÓN: Aniversario de una hambruna en Ucrania perpetrada por los rusos cuando eran malos y comunistas. Con indignación moral, con adjetivos vehementes, el autor del artículo repasa el “genocidio comunista”. Procesos de Moscú, militares polacos criando malvas, Siberia, campos de trabajo, etc, etc. ¿Qué coño es esto? Miguel que es más de prensa deportiva, le parece que el articulista se ha equivocado de medio, se supone que tendría que estar leyendo un artículo de opinión sobre la actualidad y aquello es una clase de Historia. La explicación viene al final del texto: “los herederos ideológicos del comunismo aún no han pedido perdón”. ¡Joder! Si hace un montón de años que el comunismo se fue a tomar por el culo ¿de qué tienen miedo? ¿qué resucite? Además ¿porque no dejan la Historia para los historiadores? ¿no hay atrocidades actuales en el mundo que denunciar para tener que seguir removiendo la mojama siberiana? NACIONAL: Gobierno y oposición se lanzan mutuamente agrios reproches. Repaso a los últimos casos de corrupción. A Miguel le asquea el panorama político, todavía vota, a los socialistas, claro, se supone que los sociatas siempre estarán más al lado de los trabajadores que la puta derechona; todavía vota, pero cada vez le produce más pereza acudir a las urnas. MOTOR: Está la cosa como para comprarse un coche. CULTURA: La autora disecciona en su última novela la “vulnerabilidad del ser humano”, una trágica historia de amor ambientada en la posguerra. Miguel nunca deja de asombrarse respecto a los escritores, intelectuales y demás listillos del mundo de la cultura, le parecen extraterrestres. Hablan de temas que no tienen nada que ver con la vida que él vive. No se reconoce en nada de lo que retratan, ni le conciernen los problemas sobre los que debaten. SOCIEDAD: La celebridad París Hilton muy deprimida tras morirse su queridísimo perrito chihuahua, página al completo con fotos. Se rumorea que la diva trató de suicidarse. ANUNCIOS CLASIFICADOS: Anuncios varios: cuatro páginas. Bolsa de trabajo: una página; casi todas las ofertas son para trabajar de vendedor a comisión sin sueldo fijo ni alta en la Seguridad Social. Ofertas de prostitución: cuatro páginas. Videncia, tarot y astrología telefónica: una página. ECONOMÍA: El país deja atrás la crisis, crece el P.I.B. en el último trimestre, renace el optimismo. El gobernador del Banco de España exige el abaratamiento del despido. LABORAL: Una firma de sanitarios cierra dejando sin empleo a más de quinientos obreros. El presidente del comité de empresa denuncia que la empresa –una multinacional que recientemente adquirió la planta española- obtuvo el pasado ejercicio suculentos beneficios, pero que aún así, pretende trasladar la producción a una factoría de Camboya donde los costes laborales son irrisorios. Confía en que con sus movilizaciones logren evitar la deslocalización. Miguel pronostica que se llevarán la fábrica a Camboya o a donde les salga de la polla, porque no hay ley, Gobierno, ni autoridad que lo impida ni sindicato que lo detenga. Miguel constata que al despido de más de quinientos tíos le han dedicado un tercio de página, el resto es publicidad. Al parecer, el rotativo no considera que la desaparición de la industria sea un asunto importante. En la empresa de Miguel son tan sólo veintiséis tíos, una de las muchas empresas auxiliares del sector de la automoción que se han desvanecido en los últimos dos años ¿a quién le importa? Esa es la verdad, su suerte y la de sus compañeros no le importa a nadie. Tampoco Miguel, cuando creía que tenía el trabajo fijo y asegurado para siempre, le importaba un bledo los desmantelamientos empresariales ajenos. SUPLEMENTO ESTILOS DE VIDA: Catas de vino. Nuevas tendencias en interiorismo. Cocina japonesa. ¿Cirugía estética o cirugía reparadora? Tu coche habla por ti ¿Qué hacer con las canas? PROGRAMACIÓN TELEVISIVA: No hay fútbol, que pena. Sin embargo, por la noche dan una buena película de acción y luego un programa de cotilleo. Menos es nada, al menos uno distrae la mente.

Miguel desciende en el apeadero y camina rumbo al piquete, afortunadamente la estación de ferrocarril no queda lejos de la casa del dueño de su empresa. Lleva el diario consigo, alguno de los compañeros lo leerá para combatir el aburrimiento que destilan las horas de espera. Superada la curva que dibuja la calle se divisa una nube de hombres con sus batas azules arrebujados alrededor de un bidón de petróleo en cuyo interior crepita un fuego. Sin embargo, ese día hay un sujeto inesperado entre los que esperan arremolinados sobre la acera. Miguel se detiene, se pasma, duda, camina unos pasos más para cerciorarse de lo que está viendo. Hay un tío charlando animadamente con sus compañeros, sí, es un tío, fuma un cigarrillo y hasta bebe de un termo que le pasan, la cabeza de un disfraz le cuelga en la parte trasera de sus hombros a modo de capucha. ¡Un tío disfrazado de pantera rosa! “¿Quién es este?” –pregunta Miguel en el momento de unirse al grupo. “Es de una empresa de cobro de morosos –le informan-, va así vestido para avergonzar al jefazo que se ve que tampoco paga a los proveedores”. La pantera rosa se presenta y le ofrece su apeluchada mano o garra textil o lo que sea. Los compañeros intercambian comentarios jocosos con la pantera y Miguel piensa que semejante estampa no es seria y que sus compañeros son idiotas ¿por qué se alegran de compartir con la pantera rosa? Si ese espantajo está ahí con ellos, es que el jefazo ha decidido no pagar a nadie, tampoco a ellos. Ya les previno el abogado del sindicato que el empresario se saldría con la suya pese a la ilegalidad del cierre patronal, que se despidieran de los sueldos que les deben y que se olvidasen de cobrar la indemnización por los años trabajados. Cobrarían menos de lo que tienen derecho, tarde y mal, del fondo de garantía salarial. Sí, claro, podrían pleitear y un tribunal les acabaría dándoles la razón después de mucho tiempo y papeleo, pero dinero, lo que se dice dinero, no verían ni un céntimo. Si el empresario no es tonto –y no lo es- ya se habrá molestado en quedar en una situación de insolvencia formal que evitara que le embargaran prácticamente nada para enjuagar el pasivo. Entonces Miguel, no le creyó, vamos a luchar, dijo, era una cuestión de justicia, era una cuestión de orgullo. Por eso montaron el piquete frente a la casa del empresario, y están allí desde hace diez días, frente a los muros grafiteados de la mansión, repletos de pintadas llamándole ladrón con nombre y apellidos y el clásico dibujito infantil de un monigote ahorcado. Aparece el coche de la patrulla de la Policía Municipal, le piden el carnet de identidad a la pantera rosa. La policía les visita desde el primer día, el Eduardo que es un enteradillo que todo lo sabe, asegura que es una deferencia del alcalde al empresario, ambos son amigos íntimos desde la infancia, cuando compartían pupitre en La Salle. La policía les dijo que tenían derecho al pataleo, nada más, ellos están allí para proteger al patrón. Ahora son los policías los que bromean con la pantera rosa. Miguel oye como la pantera les cuenta que ese es el disfraz que más le gusta de su trabajo porque le oculta el rostro; “no es bueno que se queden con tu cara”, en verano va vestido de gaitero escocés, que es más fresquito. Miguel se pregunta como tiene ese tío el cuajo de hacer lo que hace, él no podría, además ¿qué clase de trabajo es ese? Miguel estaba ocho horas diarias manejando una máquina que vulcanizaba correas de ventilación, no es que se realizara, no, hubiera preferido ser el fotógrafo del calendario Pirelli, pero bueno, era un trabajo en que se fabricaban objetos útiles y tangibles y aún recuerda con orgullo cuando le felicitó el técnico de control de calidad porque él era el que menos rechazos generaba de toda la sala de producción. Pero ir incordiando a morosos embutido en ese humillante disfraz de pantera rosa, arriesgándose a que le partan la jeta ¿eso qué es? ¿cómo puede hacerlo? Se abre automáticamente la verja del chalet y un Audi surge de la finca, los dos policías adoptan una pose marcial. Como cada mañana desde hace diez días los obreros hacen sonar matracas, silbatos y sirenas, Eduardo recita por el megáfono: “Ladrón, cabrón, paga lo que debes”. El empresario ni siquiera se digna en mirar a los que han sido sus empleados, en los asientos traseros viajan sus dos retoños rubios camino de la escuela, los niños están encantados con el jaleo, saludan entusiasmados a la pantera rosa que en ese momento salta y agita los brazos exhibiendo un maletín en el que aparece inscrito en letras gruesas “cobro a morosos”. Miguel ya no soporta la inutilidad de lo que contempla, hasta ese día ha tenido la moral alta, pero ya no. “Me voy a mear” –anuncia en voz baja, nada más faltaría hacerlo delante de la policía y que le pusieran una multa por hacer aguas menores en la vía pública. Miguel dobla la esquina y se parapeta tras un contenedor de basura. Tiene deseos de orinar, pero no le sale, la mente está puesta en otro asunto, se acuerda de Amadeo. Desde que se ha quedado en paro, piensa en Amadeo más de lo que le gustaría. Amadeo era uno de los habituales del bar de su calle, solía llevarle a Miguel la contraria en las discusiones futboleras (es lo que tiene ser del equipo contrario). Un día dejó de pasarse por el bar, se comentó que se había divorciado y que lo habían despedido, todo a la vez. A los seis meses de perderle de vista, Miguel se tropezó con Amadeo, mientras éste hacía cola ante un convento en el que repartían comida gratis. Constituían la cola un número menor de personas de aspecto indigente de lo que cabría esperar, pero aún así, Amadeo resaltaba por su pulcritud en el vestir y por ir repeinado, como si tratara de aferrarse a la poca dignidad que aún retenía. Al verse reconocido, Amadeo se sonrojó, bajó la vista e improvisó una mentira torpe: “no es para mí, es para un amigo”. En el momento de la despedida, su amigo le rogó: “no lo cuentes en el bar”. Lo primero que hizo Miguel al llegar a su barrio fue irse directamente al bar a largar su encuentro con Amadeo, era un chisme demasiado bueno para guardárselo. De la desgracia de Amadeo, los contertulios del bareto echaron la culpa a las mujeres que “son muy putas y vengativas a la hora de divorciarse. Ella se ha quedado con la casa y él con cincuenta años a la puta calle”; pero sobretodo culpabilizaron al propio Amadeo porque “trabajo hay, lo que pasa es que hay que buscarlo”. Miguel cumplirá cuarenta años el próximo abril y por primera vez en su vida tiene realmente miedo, hace tres meses que no cobra, los ahorros se agotan, la hipoteca no espera ¿qué será de su mujer y sus dos hijas? ¿él también perderá a su familia? Por no perderla haría lo que fuera. Ha llegado a temer lo que para él resultaba imposible, que quizás no esté tan lejos como quisiera de Amadeo y de la fila del convento. Es mejor que no pienses en eso, se dice Miguel angustiado. Siente un escalofrío, percibe una presencia y al girarse contempla como se aproxima la pantera rosa ¿Qué pretende? ¿será uno de esos maricones de urinario? Miguel no sabe como reaccionar, está a mitad de la meada, como se pase un gramo se va a llevar una hostia (la hostia que jamás le pegará al empresario que le ha desposeído de su medio de vida). La pantera se sitúa a su lado y le confiesa risueña: -Parece que los dos hemos pensado lo mismo.
La pantera rosa es una maricona, no hay duda, concluye Miguel: -¿El qué?
-Que cualquiera se pone a mear con los munipas al lado.
-¡Ah, sí! –La pantera se saca el rabo y a Miguel se le escapa una pregunta que jamás pensó que haría: -¿Dónde tienes la bragueta?
-Pues disimulada entre la felpa. Si tuviéramos que quitarnos el traje cada vez que vamos a mear, no haríamos otra cosa. ¡Oye! tú no serás uno de esos…
-¡No, no! –y cambiando apresuradamente de tema: -¿Y en tu empresa como vais de trabajo?
-Con la crisis estamos a tope de faena, se han disparado los impagados y no podemos hacer frente a todos los encargos que nos llegan.
-¿Y no necesitaríais a alguien? –Miguel tampoco pensó que haría esa pregunta.
-Necesitamos a un tío que haga de cobrador del frac ¿te interesa?
-Sí, sí –Miguel se la sacude y la guarda. Se siente confuso y vagamente esperanzado.
-Mañana me traes un currículum. –Y como reparando en lo chusco de la situación: -Fíjate lo que da de sí una meada. Ya lo dice el refrán: picha española nunca mea sola –la pantera se carcajea. Miguel advierte que la vida puede ser tan inesperada como surrealista.

2 comentarios:

  1. Muy buenO...así es la vida. No somos nada.

    Un saludito

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  2. Bueno, no somos nada no, que somos amigas, jejejeje...

    En fin, fuera chistes malos, el texto de Héctor me parece muy divertido y eso, que así somos (¿rosas? ¿panteras? ¿morosos?...)

    Un bico.

    Amelia

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